Lo que podría ser una comedia de jubilados en torno a un golpe que asegurase su vejez no lo es tanto. Interesa menos el dinero que el sentirse vivos, que matar el tiempo antes de que el tiempo les mate a ellos. No hay risa fácil que oculte un interior mucho más dramático de lo que se supone. Las concesiones quedan ausentes. Bien es verdad que es una tontería poner hilo musical en una piscifactoría. Tanto, como la empresa que pretenden llevar a cabo los cuatro protagonistas, fuera de lugar y de conocimientos.
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